viernes, 15 de marzo de 2013

Más sensaciones y menos estrés en el medio rural

Almendros en la Sierra de Loja
Paisaje rural propio del fin del invierno, en la Sierra de Loja. FOTO ZONA RURAL.

Como con frecuencia escribo de aspectos del medio rural muy técnicos y, por decirlo así, 'serios', hoy he decidido tratar en este pequeño espacio de mi humilde blog algo más emocional, pero no por ello menos real. Hablo de las sensaciones, de las vivencias personales, de las percepciones que tenemos cada uno de nosotros en contacto con nuestro entorno y sus diferentes momentos y situaciones.

¡No me malinterpretéis! No es que haya decidido darle un giro a la temática del blog sino que quiero hablar del medio rural desde todas sus facetas, y creo que la emocional y la sensorial son dos de las más importantes que atesora la vida rural.

Y es que, desde mi experiencia, las sensaciones de todo en el medio rural son más a flor de piel que en la ciudad. El cambio de estaciones, el estado de la meteorología, el paso del tiempo, el silencio, la soledad, la reflexión... muchas de las situaciones que cotidianamente vivimos, a veces casi sin darnos cuenta, se perciben y sienten de manera distinta, muy distinta, en el medio rural. No voy a sentenciar que la vida rural es mejor por todo ello que la urbana -aunque yo, obviamente, lo crea así en muchos sentidos-. Pero sí que considero las vivencias personales de cada uno muy diferentes según si se reside en una zona rural o en una ciudad, y conste que hay una gran diferencia entre residir en un núcleo rural que sea cabecera de comarca -más cosmopolizado, por decirlo de alguna manera- y un pequeño pueblecito separado de otras poblaciones en 100 kilómetros a la redonda.

Además de la tranquilidad, el silencio 'sereno' de perderse en un cualquier paraje natural o lo saludable de un aire mucho menos contaminado, la vida rural facilita la posibilidad de valorar las cosas en su justa media (lo material, las etapas personales de la vida, las decisiones...). Y, además, y ese es el eje central de este post, te permite tomar contacto intenso con los pequeños placeres y sensaciones de lo natural, sin aditivos.

Por ejemplo. Durante los 25 años que he vivido en ciudad, he reconocido las estaciones más por el cambio de ropa de temporada en los escaparates de los comercios de moda que por las señales que realmente indican el cambio de estación, en la naturaleza misma. Me percaté de ello el otro día, cuando eché la foto que acompaña este post en la Sierra de Loja. Los almendros en flor, las florecillas primaverales que empiezan a asomar, nuevos aromas y hasta nuevos sonidos (los de las animales que tienen en la nueva estación su momento) dejan clara huella de que la primavera ya esta aquí. Y eso en la ciudad, como digo, es más difícil de percibir.

Y si hablamos de estrés, de humor, de carácter incluso, hay estudios como este de Nature que se refería a la la relación entre la vida urbana o la vida rural y nuestro modo de afrontar las situaciones de tensión. Obviamente nos enfadamos por igual en la ciudad o en el campo, pero, según el estudio, reaccionamos ante los problemas y situaciones de estrés de manera menos negativa cuando residimos en el medio rural. Los problemas no desaparecen si uno se inclina por llevar una vida rural, ni todo es idílico y maravilloso, pero considero que desde la serenidad que transmite la naturaleza, el ritmo de vida 'normal' que nunca debimos perder y con los cinco sentidos plenamente activos, la vida es más vida. ¿Estáis de acuerdo?

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