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El artista Antonio Ballester en la Residencia en La Gomera (imagen de Campo Adentro con licencia CC BY-NC-SA 2.0, bajada de Flickr). |
He elegido este tema para mi segundo post porque la difícil coyuntura económica actual nos está familiarizando mucho, muchísimo, con dos palabras: emprendimiento y coaching (vamos, entrenarse para tener confianza en sí mismo, que es lo que hace falta para arriesgar sin morirse de miedo). Teniendo en cuenta las dificultades actuales, y crecientes, para encontrar empleo y las durísimas e incluso 'humillantes' condiciones económicas y laborales que se están viendo obligados a soportar los que están empleados, el emprendimiento está planteándose más que como una alternativa como una obligación. O te lías la manta a la cabeza y te autoempleas, o te frustras intentando encontrar un trabajo digno y que se adapte a tu cualificación, más aún en el Medio Rural. Y ese es mi caso.
Es fácil escuchar: "si todo el mundo emprende, si toda la gente se hace empresaria, ¿quién trabaja por cuenta ajena? y, sobre todo, ¿quién genera caja para la pervivencia de esas empresas?". Evidentemente no todos los desempleados pueden optar por el autoempleo, bien porque no quieren asumir riesgos bien porque cuando los asumen no han previsto con suficiente profundidad si su empresa es viable. Tener un buen plan de empresa y un correcto asesoramiento por parte de los CADEs y centros públicos de apoyo al emprendimiento es fundamental. Pero teniendo en cuenta que Internet ya centraliza buena parte de la economía mundial, que toda empresa, institución y persona tiene su propia 'identidad digital', ¿por qué no empezar ya a trasladar al on line nuestra propuesta profesional/ o de negocio teniendo en cuenta que las limitaciones geográficas de antaño ya no existen? El acceso a Internet y las competencias digitales nos igualan hoy día a tod@s en lo que a oportunidades se refiere. Y bajo ese planteamiento estoy preparándome para iniciar mi propia empresa en el medio rural.
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